lunes, 25 de marzo de 2013

El libro de cabecera de Martín Prado


Carlos Valmore Rodríguez
Scottsdale, Arizona  
Cuando el buen Dios repartió el don de la retentiva, seguramente Martín Prado estaba en el gimnasio. "Tengo mala memoria",  asume el pelotero venezolano,  sentado (pocas veces lo verán así) en el dugout de bullpen del Salt River Fields, un escondrijo tras el muro del left desde donde se tiene una vista panorámica de este oasis de beisbol en el desierto de Arizona.   
Para que no se le olviden, Prado carga encima un grueso instructivo de precalentamiento con cientos de ejercicios que le mantienen el cuerpo al día.  "La biblia",  llama al tomo Gerardo Parra, que quedó impresionado al verlo. Quienes conocen  a Prado afirman que el libro de su vida está siempre abierto en la misma página:  trabajo,  disciplina, método, como cuando estudiaba ingeniería en la Universidad de Carabobo. Por ese tesón de hormiga lo extrañan tanto en los Bravos de Atlanta. Por esa entrega ha sido cálidamente  recibido en los Cascabeles de Arizona. "Es un líder, una persona que trae mucho a la mesa de un equipo", lo elogia su compatriota Miguel Montero, uno de los referentes en la cueva de los D-Backs.  "Viene todos los días a trabajar duro, le gusta jugar, le gusta hacer las cosas bien. Es digna de admiración su ética de trabajo y su personalidad".
Es fama la adicción de Prado por mantenerse ocupado. "Trabaja como un animal", dijo su ex mánager en los Bravos, Fredi González. Y lo hace con rigor, con organización.  El libro es la expresión de una mentalidad que acá en el nido de las serpientes es  aclamada.  "No solo me he dado cuenta. ¡Lo certifico! Es un ejemplo a seguir", exclama Parra cuando se le pregunta por la laboriosidad de su compañero.  "Pasó por las mismas que pasé yo ahorita y nunca bajó la cabeza, se mantuvo trabajando y Dios lo premió. Llega temprano, trabaja, siempre se mantiene trabajando. Y empuja al resto. Te da ánimo para que tú también trabajes, no lo hace solo".  
Prado lleva siete años con su manual, justo el tiempo en el cual se transmutó de ligaminorista postergado a figura de las Grandes Ligas y asistente al Juego de Estrellas . "Contiene información de ejercicios", cuenta el beisbolista. "Es un instructivo que me dieron en un complejo de entrenamiento en Orlando. Luego me dieron otro en Miami. Allí te muestran rutinas de precalentamiento y también actividades postjuego. Hay algunos ejercicios para nivelar las caderas y mantener la línea central en un mismo sitio.  Como todos  los días es una rutina diferente, para mí es difícil recordar todo".
Antes de cualquier actividad física, Prado consulta el manual. "Eso es lo que me mantiene con ese ritmo y esa energía que tengo la mayor parte del día", afirma. "Yo ya tengo siete años haciendo esto y me ha dado buenos resultados, así que no veo porqué cambiarlo".  El libro le ha permitido desarrollar una mayor velocidad de movimientos.  "Siempre trabaja la parte de la agilidad, al menos día por medio, con su librito", observa Parra. "En ese libro grandísimo tiene todo su entrenamiento, que le ha funcionado".   
Y así queda listo para todo el despliegue en el terreno. Allá afuera no se detiene. Habla poco, solo faena. Y se enoja cuando falla en alguna rutina, pese a que las prácticas, y por extensión el spring training, son para fallar. Solo que el bateador derecho no nació el día de la auto indulgencia.
Prado se coloca en tercera base. Ese es su lugar en el desierto. El nómada de Atlanta quedó atrás, pues ahora se asentó en la margen izquierda del diamante. "Ha sido un proceso cambiante porque tuve que ir al Clásico Mundial y jugar leftfield", reseña. "Pero espero trabajar sobre todo con los rollings hacia mi mano izquierda y hacia mi mano derecha. Aunque igual estaré listo para cualquier tipo de situación. Espero que esta preparación mental sea fundamental para tener éxito este año". A ello se dedica en cuerpo y alma. "Es uno de los primeros en llegar aquí y uno de los últimos en irse", refiere Matt Williams, brillante protector del tercer saco en sus días de jugador y que ahora, como coach, intenta naturalizar a Prado como ciudadano de la esquina caliente.  "Se toma muy en serio su defensa, sabe que es importante para su juego", añade el cuatro veces poseedor del Guante de Oro. Dice Williams, que sabe de eso, que el criollo tiene todo lo que necesita para triunfar en ese rincón del campo. "Es atleta, tiene buenas manos y es muy consistente. Pudiera llegar a ser mejor que lo que fui yo. Estamos felices de tenerlo".
El criollo ya sistematizó la salvaguarda de la posición cinco, como si también lo hubiese aprendido en un libro.  "En tercera base hay tres cosas básicas: reaccionar, estar bajito para tener mejor visión de la pelota y hacer un buen tiro. Ahora, hay miles de situaciones que se pueden presentar. Siempre hay la intriga con los dos primeros bateadores, ante los cuales vas a tener que jugar adelante porque son rápidos. Tienes que ver cuáles peloteros  halan la bola".
Lo que Prado no sabe, lo pregunta. Y aquí hallará respuestas. Matt Williams, que coordina la práctica de los antesalistas, ganó cuatro Guantes de Oro, como ya dijimos. Y Eric Chávez, que ahora es suplente del venezolano, ganó seis seguidos entre 2001 y 2006. El maracayero ha sacado el mayor provecho posible de esa relación. Se le ve hablando con Chávez  y  con Williams. "Es un privilegio formar parte de un equipo donde están dos de los mejores terceras bases que hayan jugado",  comenta el pelotero de los Tigres de Aragua. "Trato de obtener la mayor cantidad de información por parte de ellos y también de  Alan Trammell (ex figura del campocorto y coach de los D-Backs). Siempre trato de aprender, porque este es un juego en el que no terminas de aprender. En mi mente y mis condiciones físicas estaré listo para cualquier tipo de situación. Va a ser un reto grande en mi carrera. Los he tenido muchos en el pasado y creo que los he asimilado bien".
Prado firmó tarde para el profesional, demoró en alcanzar  las Grandes Ligas y a punta de perseverancia y de jugar en todos lados se hizo regular. Ahora pretende triunfar en una posición, una de las más difíciles. La verdad, sería como para escribir un libro.
SECUNDARIA
La huella en Atlanta
"¿Pasaste por Atlanta? ¿Qué se cuenta por allá?", pregunta Martín Prado muy temprano en la mañana, ya en su locker. Cuando se le dice que hay más de un despechado por su partida no puede evitar sonreír. "Eso significa que dejé una huella", señala. "Es un gran éxito haber salido de allá por la puerta de adelante.   
En los Bravos se siente el vacío dejado por el venezolano. "Sobre todo por lo que es como persona", comentó el mánager Fredi González. Luis Avilán y Eduardo Pérez sienten que se perdió un líder, una persona que energizaba la cueva. El maracayero también los echa de menos.  "He hecho casi toda mi carrera con los peloteros que están ahorita con los Bravos y es como parte de una familia", afirma. "Cuando compartes la mayoría del año con el mismo grupo de personas se establece una gran relación, pero es tiempo de asimilar las cosas. Sé que es difícil, que es parte del negocio. Se les extraña, pero cada quien tiene que agarrar su rumbo. Tenemos nuevos horizontes y eso hay que tomarlo profesionalmente. Valoraron mi trabajo, mi amistad, mi personalidad y todo eso se juntó en algo que dio resultados positivos para mí y para el equipo. Ese respeto sigue ahí y va a seguir ahí. Ahora trataré de hacer lo mismo con mi nuevo equipo".
Su esfuerzo permanente ha hecho que encaje bien en los Cascabeles de Arizona.  "El pelotero que juegue duro siempre va a caer bien en un equipo", sostiene Gerardo Parra, uno de los venezolanos que le dio la bienvenida al Salvaje Oeste. Prado se ha sentido cómodo, pese a que estuvo una semana fuera por el Clásico Mundial.  "Ha sido corto el tiempo que he estado aquí y la atención ha sido bastante buena. El grupo de peloteros es de buena personalidad y mucha calidad de juego. En la temporada es diferente. Es cuestión de ganar y poner a todos en la misma página. Al final se verá si hubo fusión o no".
Pero la empatía con los otros dos criollos es palpable. "Martín, te acabo de poner por allá arriba en una entrevista", bromea con él Miguel Montero. Para el aragüeño, la presencia de Montero y Parra ha adelantado su proceso de asimilación.  "Me da esa confianza como pelotero nuevo", dice. "A lo que llegué al equipo ellos me dieron detalles que debía saber. Sin ellos me hubiera tomado más tiempo. Se preocuparon porque supiera y tuviera conocimiento de qué se necesita para adaptarse al grupo que está aquí. Estoy orgulloso de estar en un equipo donde hay otros dos venezolanos de tanto talento".

Recuadro  
Problemas con el bateo
Martín Prado, un bateador con cuatro temporadas sobre .300 en Grandes Ligas, aún no se siente cómodo con su ofensiva en esta primavera que toca su fin. Hace dos días estaba por debajo de .230. "No me he sentido muy bien", reconoce. "Tengo un par de detalles que he tratado de acomodar en las últimas semanas y me ha costado. Me estoy yendo un poco adelante, no estoy viendo bien los pitcheos y solo tengo semana y media para corregir y llegar al punto donde pueda tener el comienzo que siempre he querido tener".
Afortunadamente para él, tiene al lado al gurú del madero: Don Baylor, el hombre que condujo a dos venezolanos (Andrés Galarraga y Carlos González) a quedar campeones en average en la Liga Nacional.  "Hemos trabajado bastante en la caja de bateo", dice Prado. "Él  cree que es cosa de mentalidad, porque me vio más concentrado en el Clásico. Piensa que allá había más intensidad y que ese cambio de intensidad puede haber afectado la concentración mental, pero estoy tratando de ver la mayor cantidad de pitcheos para ver si la mañita se va antes de que empiece la temporada". Ya ha comenzado a dar señales de mejoría: ayer amaneció con .256 de average en la pretemporada



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