Carlos Valmore
Rodríguez
En 1940,
la pelota venezolana le estrechó la mano al mundo. Al año, lo conquistó. Y en
1944 el mundo vino a Venezuela para la VII serie de beisbol amateur.
Nunca
antes un torneo deportivo de alcance universal se había efectuado aquí. Era la
nuestra una sociedad aldeana, recién admitida en el siglo XX porque el
XIX se fue a 35 años de extrainning castrogomecista. Así que la visita de
atletas forasteros, beisbolistas para colmo, conmocionó a Caracas. Los
predilectos, claro está, eran los anfitriones, varios de ellos “Héroes del 41”,
ansiosos de prorrogar la hazaña y ser profetas en su tierra. Era el
exitoso club Cervecería Caracas la casa matriz de este plantel, que se
proponía reavivar la llama de 1941, debilitada tras la derrota de 1942 y
la ausencia de 1943.
Pero al
principio todo era recelo. Anidaba en el espíritu del público una confusa
mezcolanza de militancia desbordada y cínico descreimiento. Entusiasmo no rima
con escepticismo, ¿cierto? Pues los venezolanos amanecían frente a la taquilla
para ver a la selección y la abucheaban a rabiar en sus partidos de fogueo.
“Están fuera de forma”, recriminaba la feligresía. Ya entonces, y desde muy
antiguo, el deporte nacional consistía en denostar de lo propio. “¿Cómo te
explicas el pesimismo que reina aquí?”, le preguntó Federico Pacheco Soublette,
periodista de El Nacional, al mánager de República Dominicana, Horacio
Martínez. “Aberraciones del fanatismo”, ripostó el forastero. “Es un equipo
formidable. Un poco fuera de forma, pero indiscutiblemente un gran ‘tim’”.
José Antonio Casanova, uno de los paladines de La Habana 1941 y ahora
mánager-jugador a sus 26 abriles, se atrevió a hacer un vaticinio con copia a
los hombres de poca fe: “Habrá que contar con nosotros para el pool ganador”.
Dominicana los “caribeó”
El debut
de la novena diseminó la desconfianza. Venezuela mostró poca raza el 12 de
octubre en la derrota por 3-2 a manos de Panamá ante 14 mil fieles
que asistieron al estadio Cerveza Caracas, uno de ellos el Presidente de la
República, general Isaías Medina Angarita. Como consecuencia, Casanova hizo
algunos tachones en el lineup y sentó al torpedero Rafael Olivares para
inscribir como titular a Adolfredo González, con todo y su error mental
que costó el lance inaugural.
Las
acciones se dispararon con la sonora felpa por 15-3 sobre Puerto Rico, aunque
rápidamente volvieron a desplomarse luego de un “blanqueo” infligido por
Dominicana que propició la primera de tres grandes controversias que signaron a
Venezuela 1944. Como es usual en estas competiciones, el local juega a
segunda hora (tanda vespertina), y al comenzar el último tramo Quisqueya
gobernaba 2-0. El partido llegaba al poniente, y el sol caraqueño también. Los
de casa, trocados en visitadores, empataron el score mientras los caribeños
aplicaban operación morrocoy. Se tomaban hasta cinco minutos entre cada cambio
de pitcher y, en el colmo del descaro, sacaban lanzadores sin siquiera
enfrentarlos a bateadores. 35 minutos demoró esa alta del noveno. Cuando
terminó, la bola no se veía. Y el “chief umpire” Teodoro Pacheco, que permitió
el “filibusterismo” dominicano, anuló todo el episodio por falta de luz (aún no
existía la iluminación artificial) y quedó en vigor el 2-0 reinante hasta la
baja del octavo. Un episodio oscuro en todas sus acepciones. A Venezuela se le
venía la noche, con dos fracasos en tres salidas.
Solo que
siempre sale el Sol. Para la tropa de Casanova resplandeció a los tres días con
el revolcón a Nicaragua por 10-0. El valenciano Luis “Mono” Zuloaga instauró una feroz tiranía desde el montículo.
Sus tóxicas curvas abrieron las compuertas a una racha de cuatro lauros
(siguieron festejos sobre Colombia, México y la todopoderosa Cuba) y así
Venezuela se plantó en la próxima fase del torneo. Contra México, el zurdo
carabobeño alcanzó las máximas cotas de dominio, con lechada completa de tres
hits. “Nadie me pisó segunda y a los que llegaron a primera los
sorprendí”, testimonia Zuloaga a sus 92
ruedas. Que ningún mexicano desembarcó en la intermedia es un hecho certificado
por los cronistas de la época. Y en ese lineup figuraba Bobby Ávila, quien en
1954 se encumbraría como el primer latinoamericano campeón bate de las Grandes
Ligas. “Para mí, enfrentarlo fue algo normal”, acota Zuloaga. “Yo tenía mi curva, que se le metía hacia el
cuerpo a los bateadores”.
Venezuela
siguió bateando en la ronda definitiva, que partió con sonrisas y carreras ante
México (8-4). A Cuba le hizo siete, solo que los antillanos fabricaron nueve. Y
tras la refriega, crisis. Los peloteros cubiches denunciaron tratos “vejatorios”
por parte de la fanaticada caraqueña y solicitaron a sus dirigentes retirarse
del torneo, como en efecto lo hicieron. “Es que tenían atravesada la espina de
los dos jonrones que les dio Adolfredo González en un juego. Por eso se
retiraron”, se mofa Enrique Fonseca, el catcher criollo aquella tarde. “Eso
estuvo mal hecho, fue un gesto poco deportivo”.
Sprint hacia la corona
La derrota
no amilanó a los anfitriones, que por el contrario aceleraron hacia el
gallardete sobre un carro de fuego. Una descarga de doce carreras recibió
Panamá. Otra de diez, México. Y el 18 de noviembre de 1944, en el último peaje,
los nativos se la aplicaron por cuarta vez en el certamen a los mexicanos,
ahora por 4-3. Dalmiro Finol pegó tres hits e hizo cinco outs; Adolfredo
González (suplente en la jornada inaugural) remolcó dos tantos. La defensa le
jugó limpio al pitcheo. Y “El Mono” Zuloaga impulsó
una rayita y recibió una anotación en siete entradas desde la montaña. Aunque
dejó las bases llenas en el séptimo, salió en hombros del coso de San Agustín.
Lo bajaron cerca, o mejor dicho, lo sembraron. Vivió más de 40 años en la
parroquia y casi siete décadas después de la gesta trabaja a pocas cuadras del
punto sobre el cual se levantaba el viejo estadio donde alcanzó el empíreo.
Su tienda deportiva es una referencia para los vecinos, aunque pocos
saben que ese viejecito endeble, que habla duro y camina lento, alguna vez tuvo
el planeta en el puño. “Yo seguí la hazaña de Canónico, el más importante de
nuestros pitchers”, alude Zuloaga al
célebre escopetero que humilló a Cuba y entronizó a Venezuela en 1941.
Fue la del
18/N una victoria empañada por un tercer escándalo: la defección de los
mexicanos en la octava vuelta que obligó a Carrasquel, árbitro principal, a
decretar forfait. Luis Romero Petit, Luis Enrique Fonseca y “El Mono” Zuloaga, tres testigos presenciales, recuerdan que la
mecha la prendió una jugada en primera. Fonseca ahonda en el detalle y afirma
que quien corría hacia la inicial era su camarada Julio Bracho. Aquí lo que
pasó, según crónica de Abelardo Raidi en El Nacional: conclusión del
octavo, partida empatada a tres y Venezuela en la batería. Con uno fuera,
Héctor Benítez “Redondo” dispara petardo al derecho y Finol otro al izquierdo.
Ramón “Dumbo” Fernández los mueve con rola por primera. El pitcher Bracho
conecta rodado contundente por el short que “flumbea” Kilo Cruz. Este recupera
la bola y lanza a la “virginal” a destiempo. Según el auxiliar Chaparro, Bracho
llegó antes mientras Benítez se engomaba con el posible match point. Los
mexicanos protestaron airadamente y, según Raidi, agredieron físicamente a los
árbitros antes de abandonar el campo. “Los players aztecas olvidaron
razonamientos y emocionados llamados de los parroquianos a seguir en la lucha,
para encerrarse en una postura de intransigencia desde todo punto de vista
criticable”, escribió Abelardo. Tras 24 outs, Venezuela se proclamaba
bicampeón universal de beisbol aficionado. Según El Nacional, un coro recorría
las avenidas: “Jalisco no sabe perder”.
Mexicanos
y venezolanos volvieron a enfrentarse, más tarde, en otro terreno. “Fue esa
misma noche, en el ‘dancing’ de un francés que quedaba en el centro de
Caracas”, evoca Romero Petit. “Fuimos a celebrar y estaban los mexicanos.
Empezamos a decirnos cosas y luego nos caímos a puños. Se formó un lío. Volaron
las sillas. Y el francés decía: ‘¡me van a desbaratar el negocio!”.
Las claves del triunfo
¿Cómo
reverdeció Venezuela las glorias del 41? Primero que nada, con el
desarrollo de una febril industria maderera. El equipo abanderó la justa con 70
carreras en once compromisos, 18 por encima del segundo. Lideró el departamento
de average colectivo, con .315 (cinco de sus titulares se ubicaron entre los
diez principales bateadores). Su toletería culminó primera en hits (111),
dobles (14) y jonrones (5).
Aunque
luzca diferente, primaba la artillería ligera. El plantel de Casanova contaba
pocos jonroneros, pero varios chocadores rápidos, juiciosos, pacientes. No en
balde el conjunto que más boletos recibió (46) se llamó Venezuela. Al menos
nueve de sus racimos de carreras descendían de pasaportes, frecuentemente
negociados por Luis Romero Petit. “Tocaba bien y me embasaba mucho, que
es lo que se requiere de un primer bate como yo”, se ufana el ex antesalista.
Se apelaba con frecuencia al expediente del infieldhit y hubo dos casos en los
cuales el elenco confeccionó ramilletes sin sacar la bola del cuadro. “Es que
antes el beisbol era pequeño. No se daban jonrones”, dice con nostalgia Zuloaga. Igual, los locales botaron cinco pelotas.
Venezuela
se apoyó en la segunda defensa menos errática del Mundial y encaramó en la
loma al “Mono” Zuloaga,
“champion pitcher” con foja de 3-0 y 0.95 de efectividad, la mejor de todas.
Eso a fuerza de curvas, con el voto salvado del “Conejo” Fonseca, su receptor.
“Él y yo peleábamos todo el tiempo porque le pedía que no lanzara tantas curvas
para cuidarle el brazo”, sostiene el antiguo careta. Zuloaga nunca hacía caso. Así era él,
voluntarioso, imperativo. “El que mandaba era yo”, ríe a mandíbula
batiente.
El “tim”
venezolano estaba curtido. La palabra amateur no lo definía. “La mayoría no lo
éramos”, confiesa Romero Petit. “Teníamos años jugando contra profesionales. A
veces enfrentábamos a soldados americanos, algunos de los cuales eran
grandeligas que cumplían el servicio militar. Por eso éramos superiores”.
Casanova
acertó su pronóstico, que hasta corto se quedó. Los agnósticos creyeron y se
encaramaron sin rubor al tren ganador. Y Venezuela pasó una feliz Navidad, la
última con toda la humanidad en guerra.
EL DATO
La primera
elección universal, directa y secreta que hubo en Venezuela se hizo para
escoger a la Reina del Mundial de 1944. Se votó en todo el país y ganó
Yolanda Leal con el apoyo de 24.580 personas. Oly Clemente llegó segunda
El Dato
Un grave
problema que tuvo la serie fue la reventa. Había entradas que se negociaban por
fuera hasta siete veces por encima de su valor oficial.
El Dato
El comité
organizador del torneo era de lujo. Los tres delegados eran Pablo Morales (por
años propietario de los Leones del Caracas y miembro del Salón de la Fama del
Beisbol Venezolano), Ignacio Luis Arcaya (luego sería conocido como el
“Canciller de la Dignidad”) y el afamado novelista Miguel Otero Silva.
Este era
el equipo venezolano campeón de 1944
Pitchers
Número del uniforme
Luis
“Mono” Zuloaga”
(Z)
11
Jorge
Arrieta
(D)
5
Ramón
“Dumbo” Fernández (Z) 14
Plácido
Delgado (D)
15
Valentín
Arevalo (D)
13
Juan de
Mata (D)
17
Víctor
García (Z)
9
Julio
Bracho (D)
4
Catchers
Número del uniforme
Guillermo
Vento
20
Enrique
Fonseca
2
Infielders
Número del uniforme
Antonio
Bríñez
3
Dalmiro
Finol
12
José
Antonio Casanova
7
Luis
Romero Petit
10
Adolfredo
González
6
Rafael
Olivares
18
Eduardo
Pérez
16
Jardineros
León
Díaz
8
Héctor
Benítez
3
Félix
Machado
1
Box score
del juego que tituló a Venezuela
Anotación
por entradas
México
000
000
03X -3
Venezuela
020
001
01X -4
México
AB
C
H
O
A E
R. Ávila
2B
4
0
1
5
5 0
H. Leal
CF
2
0
0
1
0 0
J. Díaz
1B
4
1
1
9
0
0
F. Vázquez
RF
2
0
0
0
0
0
L. Montes
de Oca 3B
4
0
1 0
4
0
E. Cruz
SS
3
0
0
4
2 1
B. López
C
3
0
0
2
0
0
G. Garibay
LF
4
0
2
2
0 0
G. Ortegón
P
2
0
0
0
1 0
A. Uriarte
(1)
0
1
0
0
0 0
J. M.
Castro RF
0 1
0
0
0 0
J.
Guerrero P
0
0
0
0
0 0
F. Alcaraz
P
0
0
0
0
0 0
TOTALES
28
3
5
23
12 1
(1) Bateó por G. Ortegón en el 8º inning
Venezuela
AB
C
H
O
A E
A.
González SS
4
0
1
1
3 0
L. Romero
3B
4
0
1
3
2 1
A. Bríñez
1B
3
0
1
8
0
0
G. Vento
LF
4
0
0
1
0 0
H. Benítez
CF
3
2
1
1
0 0
D. Finol
2B
4
1
3
5
1 1
R.
Fernández RF
4
0
1
0
0 0
L. Zuloaga
P
3
1
1 0
2 0
E. Fonseca
C
2
0
0
5
2 0
J. Bracho
P
1
0
0
0
1 0
TOTALES
32
4
9
24
11 2
El Juego
fue declarado “forfeited” a favor de Venezuela en el 8º inning
Sumario:
hit a los pitchers: a G. Ortegón7 en 7 innings; a J. Guerrero 2 en 1 1/3; a F.
Alcaraz 0 en 1/3; a L. Zuloaga 4 en 7 (ningún out en el 8º); a J. Bracho 1 en 1
Struck
outs: G. Ortegón 2, L. Zuloaga 3
Bases por
bolas: G. Ortegón 3, L. Zuloaga 5, J. Bracho 1
Double
plays: E. Fonseca a D. Finol; A. González a A. Bríñez; J. Bracho a E. Fonseca a
L. Romero; E. Cruz a R. Ávila a J. Díaz.
Carreras
limpias: a G. Ortegón 3 en 7; a L. Zuloaga 1 en 7
Bases
robadas: L. Romero
Golpeados
por el pitcher: E. Cruz (J. Bracho).
Quedados
en base: México 7, Venezuela 8
Tiempo de
juego: 2 horas, 30 minutos
Umpires:
señores C. Carrasquel, L. Chaparro, F. Malpica, R. Olivo.
Anotador
oficial: Herman Ettedgui
Jugado en
el Estadium Cerveza Caracas.
Caracas,
18 de noviembre de 1944
No hay comentarios:
Publicar un comentario