Carlos
Valmore Rodríguez
Scottsdale,
Arizona
Cuando
el buen Dios repartió el don de la retentiva, seguramente Martín Prado estaba
en el gimnasio. "Tengo mala memoria",
asume el pelotero venezolano, sentado
(pocas veces lo verán así) en el dugout de bullpen del Salt River Fields, un
escondrijo tras el muro del left desde donde se tiene una vista panorámica de
este oasis de beisbol en el desierto de Arizona.
Para
que no se le olviden, Prado carga encima un grueso instructivo de precalentamiento
con cientos de ejercicios que le mantienen el cuerpo al día. "La biblia", llama al tomo Gerardo Parra, que quedó impresionado
al verlo. Quienes conocen a Prado
afirman que el libro de su vida está siempre abierto en la misma página: trabajo, disciplina, método, como cuando estudiaba
ingeniería en la Universidad de Carabobo. Por ese tesón de hormiga lo extrañan tanto
en los Bravos de Atlanta. Por esa entrega ha sido cálidamente recibido en los Cascabeles de Arizona. "Es
un líder, una persona que trae mucho a la mesa de un equipo", lo elogia su
compatriota Miguel Montero, uno de los referentes en la cueva de los D-Backs. "Viene todos los días a trabajar duro, le
gusta jugar, le gusta hacer las cosas bien. Es digna de admiración su ética de
trabajo y su personalidad".
Es
fama la adicción de Prado por mantenerse ocupado. "Trabaja como un
animal", dijo su ex mánager en los Bravos, Fredi González. Y lo hace con
rigor, con organización. El libro es la
expresión de una mentalidad que acá en el nido de las serpientes es aclamada.
"No solo me he dado cuenta. ¡Lo certifico! Es un ejemplo a seguir",
exclama Parra cuando se le pregunta por la laboriosidad de su compañero. "Pasó por las mismas que pasé yo ahorita
y nunca bajó la cabeza, se mantuvo trabajando y Dios lo premió. Llega temprano,
trabaja, siempre se mantiene trabajando. Y empuja al resto. Te da ánimo para
que tú también trabajes, no lo hace solo".
Prado
lleva siete años con su manual, justo el tiempo en el cual se transmutó de ligaminorista
postergado a figura de las Grandes Ligas y asistente al Juego de Estrellas . "Contiene
información de ejercicios", cuenta el beisbolista. "Es un instructivo
que me dieron en un complejo de entrenamiento en Orlando. Luego me dieron otro
en Miami. Allí te muestran rutinas de precalentamiento y también actividades
postjuego. Hay algunos ejercicios para nivelar las caderas y mantener la línea
central en un mismo sitio. Como todos los días es una rutina diferente, para mí es difícil
recordar todo".
Antes
de cualquier actividad física, Prado consulta el manual. "Eso es lo que me
mantiene con ese ritmo y esa energía que tengo la mayor parte del día",
afirma. "Yo ya tengo siete años haciendo esto y me ha dado buenos
resultados, así que no veo porqué cambiarlo". El libro le ha permitido desarrollar una
mayor velocidad de movimientos. "Siempre
trabaja la parte de la agilidad, al menos día por medio, con su librito",
observa Parra. "En ese libro grandísimo tiene todo su entrenamiento, que
le ha funcionado".
Y
así queda listo para todo el despliegue en el terreno. Allá afuera no se detiene.
Habla poco, solo faena. Y se enoja cuando falla en alguna rutina, pese a que
las prácticas, y por extensión el spring training, son para fallar. Solo que el
bateador derecho no nació el día de la auto indulgencia.
Prado
se coloca en tercera base. Ese es su lugar en el desierto. El nómada de Atlanta
quedó atrás, pues ahora se asentó en la margen izquierda del diamante. "Ha
sido un proceso cambiante porque tuve que ir al Clásico Mundial y jugar
leftfield", reseña. "Pero espero trabajar sobre todo con los rollings
hacia mi mano izquierda y hacia mi mano derecha. Aunque igual estaré listo para
cualquier tipo de situación. Espero que esta preparación mental sea fundamental
para tener éxito este año". A ello se dedica en cuerpo y alma. "Es
uno de los primeros en llegar aquí y uno de los últimos en irse", refiere
Matt Williams, brillante protector del tercer saco en sus días de jugador y que
ahora, como coach, intenta naturalizar a Prado como ciudadano de la esquina
caliente. "Se toma muy en serio su
defensa, sabe que es importante para su juego", añade el cuatro veces
poseedor del Guante de Oro. Dice Williams, que sabe de eso, que el criollo
tiene todo lo que necesita para triunfar en ese rincón del campo. "Es
atleta, tiene buenas manos y es muy consistente. Pudiera llegar a ser mejor que
lo que fui yo. Estamos felices de tenerlo".
El
criollo ya sistematizó la salvaguarda de la posición cinco, como si también lo
hubiese aprendido en un libro. "En
tercera base hay tres cosas básicas: reaccionar, estar bajito para tener mejor
visión de la pelota y hacer un buen tiro. Ahora, hay miles de situaciones que
se pueden presentar. Siempre hay la intriga con los dos primeros bateadores,
ante los cuales vas a tener que jugar adelante porque son rápidos. Tienes que
ver cuáles peloteros halan la
bola".
Lo
que Prado no sabe, lo pregunta. Y aquí hallará respuestas. Matt Williams, que
coordina la práctica de los antesalistas, ganó cuatro Guantes de Oro, como ya
dijimos. Y Eric Chávez, que ahora es suplente del venezolano, ganó seis
seguidos entre 2001 y 2006. El maracayero ha sacado el mayor provecho posible
de esa relación. Se le ve hablando con Chávez y con
Williams. "Es un privilegio formar parte de un equipo donde están dos de
los mejores terceras bases que hayan jugado", comenta el pelotero de los Tigres de Aragua. "Trato
de obtener la mayor cantidad de información por parte de ellos y también
de Alan Trammell (ex figura del
campocorto y coach de los D-Backs). Siempre trato de aprender, porque este es
un juego en el que no terminas de aprender. En mi mente y mis condiciones
físicas estaré listo para cualquier tipo de situación. Va a ser un reto grande
en mi carrera. Los he tenido muchos en el pasado y creo que los he asimilado
bien".
Prado
firmó tarde para el profesional, demoró en alcanzar las Grandes Ligas y a punta de perseverancia
y de jugar en todos lados se hizo regular. Ahora pretende triunfar en una
posición, una de las más difíciles. La verdad, sería como para escribir un
libro.
SECUNDARIA
La
huella en Atlanta
"¿Pasaste
por Atlanta? ¿Qué se cuenta por allá?", pregunta Martín Prado muy temprano
en la mañana, ya en su locker. Cuando se le dice que hay más de un despechado
por su partida no puede evitar sonreír. "Eso significa que dejé una
huella", señala. "Es un gran éxito haber salido de allá por la puerta
de adelante.
En
los Bravos se siente el vacío dejado por el venezolano. "Sobre todo por lo
que es como persona", comentó el mánager Fredi González. Luis Avilán y
Eduardo Pérez sienten que se perdió un líder, una persona que energizaba la
cueva. El maracayero también los echa de menos.
"He hecho casi toda mi carrera con los peloteros que están ahorita
con los Bravos y es como parte de una familia", afirma. "Cuando
compartes la mayoría del año con el mismo grupo de personas se establece una
gran relación, pero es tiempo de asimilar las cosas. Sé que es difícil, que es
parte del negocio. Se les extraña, pero cada quien tiene que agarrar su rumbo.
Tenemos nuevos horizontes y eso hay que tomarlo profesionalmente. Valoraron mi
trabajo, mi amistad, mi personalidad y todo eso se juntó en algo que dio
resultados positivos para mí y para el equipo. Ese respeto sigue ahí y va a seguir
ahí. Ahora trataré de hacer lo mismo con mi nuevo equipo".
Su
esfuerzo permanente ha hecho que encaje bien en los Cascabeles de Arizona. "El pelotero que juegue duro siempre va a
caer bien en un equipo", sostiene Gerardo Parra, uno de los venezolanos
que le dio la bienvenida al Salvaje Oeste. Prado se ha sentido cómodo, pese a
que estuvo una semana fuera por el Clásico Mundial. "Ha sido corto el tiempo que he estado
aquí y la atención ha sido bastante buena. El grupo de peloteros es de buena
personalidad y mucha calidad de juego. En la temporada es diferente. Es cuestión
de ganar y poner a todos en la misma página. Al final se verá si hubo fusión o
no".
Pero
la empatía con los otros dos criollos es palpable. "Martín, te acabo de
poner por allá arriba en una entrevista", bromea con él Miguel Montero.
Para el aragüeño, la presencia de Montero y Parra ha adelantado su proceso de
asimilación. "Me da esa confianza
como pelotero nuevo", dice. "A lo que llegué al equipo ellos me
dieron detalles que debía saber. Sin ellos me hubiera tomado más tiempo. Se
preocuparon porque supiera y tuviera conocimiento de qué se necesita para
adaptarse al grupo que está aquí. Estoy orgulloso de estar en un equipo donde
hay otros dos venezolanos de tanto talento".
Recuadro
Problemas
con el bateo
Martín
Prado, un bateador con cuatro temporadas sobre .300 en Grandes Ligas, aún no se
siente cómodo con su ofensiva en esta primavera que toca su fin. Hace dos días
estaba por debajo de .230. "No me he sentido muy bien", reconoce. "Tengo
un par de detalles que he tratado de acomodar en las últimas semanas y me ha costado.
Me estoy yendo un poco adelante, no estoy viendo bien los pitcheos y solo tengo
semana y media para corregir y llegar al punto donde pueda tener el comienzo
que siempre he querido tener".
Afortunadamente
para él, tiene al lado al gurú del madero: Don Baylor, el hombre que condujo a
dos venezolanos (Andrés Galarraga y Carlos González) a quedar campeones en
average en la Liga Nacional. "Hemos
trabajado bastante en la caja de bateo", dice Prado. "Él cree que es cosa de mentalidad, porque me vio
más concentrado en el Clásico. Piensa que allá había más intensidad y que ese
cambio de intensidad puede haber afectado la concentración mental, pero estoy
tratando de ver la mayor cantidad de pitcheos para ver si la mañita se va antes
de que empiece la temporada". Ya ha comenzado a dar señales de mejoría:
ayer amaneció con .256 de average en la pretemporada
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