Carlos Valmore Rodríguez
Port Saint Lucie
Los Mets de Nueva York han cambiado
radicalmente desde la llegada de Johan Santana hasta nuestros días. Aquel
equipo millonario, contendor, con más estrellas que en el cielo, pero fracasado
a fin de cuentas, fue desmontado por Sandy Alderson desde la gerencia general y
construido de nuevo con materia prima nueva. Tipos como Santana y David Wright
son los únicos vestigios de aquel estacionamiento de limosinas. Luego son los
líderes naturales de los jóvenes en gestación.
" Yo tengo
tiempo aquí y sé que tenemos un buen grupo de peloteros jóvenes", admite Wright
la situación. "Johan y yo,
espero, podemos ser buenos líderes para ellos. Depende de nosotros dos tratar de
proveerlos de esa veteranía y ese liderazgo y liderar con el ejemplo". Por eso, dice el zurdo Pedro Feliciano, es
valiosísimo el espíritu festivo con el que Santana ha tomado su lenta recuperación.
"El novato sigue al veterano", es la consigna
del bombero boricua. "Si decaemos, el novato se da cuenta. En cambio así,
tendrán que decir: si él, que lleva tanto tiempo, trabaja así, yo con más razón
debo hacerlo. Y así crece más rápido".
Es
evidente que Santana es la osa mayor de los aprendices de los Mets. "Es una persona que ha pasado por muchas
cosas, entre ellas ser el único del pueblo en el que nació que pudo triunfar en
el beisbol", opina el infielder dominicano Jordany Valdespín, que era
menor de edad cuando El Gocho ganó su primer Cy Young, en 2004. "Para mí es un gran ser humano. A través
de él he aprendido cosas del beisbol de las Grandes Ligas que no sabía. Él es
veterano, sabe lo que el pelotero joven debe hacer. Si no sabes algo, o quieres
hacer algo, le preguntas: ¿puedo hacer esto? Él te dice las consecuencias de
que lo hagas, o no lo hagas y lo que va a pasar. Uno le agradece a personas como él, que han
pasado por tantas dificultades para conseguir todo lo que han deseado.
Para mí es más que un líder. Es la figura de los pitchers, la que representa
al equipo".
Wilmer
Flores, paisano de Santana y que irá a ligas menores al término del spring
training, siente suficiente confianza con el as del club como para hacerle
preguntas en pleno juego de pretemporada. "Yo le pregunto durante el
partido qué lanzaría él en esta situación, qué cree él que el bateador está
buscando. Son cosas pequeñas, pero grandes a la larga. Santana es un tipo
humilde a pesar de ser una súper estrella. Siempre nos ayuda en todo lo que
necesitamos. Es un guerrero pitcheando y por eso es tan bueno".
"Nadie
aquí te puede hablar mal de Santana", complementa el mirandino Wilfredo
Tovar, infielder que en Venezuela milita en los Navegantes del Magallanes,
precisamente el equipo nacional del astro andino. "Le tengo respeto porque es humilde y te
dice las cosas. Es como un líder. Trabaja fuerte, siempre habla con todo el
mundo. Echa broma y a la vez es serio. Tu lo
ves y dices: oh, Santana".
Santana,
a sus casi 34 años de edad (los cumple esta primavera) entiende su rol de tutor
como algo natural. "Aquí hay muchachos con disposición a hacer las cosas
bien. Yo les digo los bebés",
cuenta el zurdo. "Primero Rubén Tejada, que era bebé. Ahora Tovar y
Flores. Con Tovar si estoy a la altura (es bastante bajito), pero Flores es un
bebé más grande que uno. Estos muchachos (los venezolanos) están aprendiendo,
viendo cómo son las cosas, ajustando. Lo importante es que saquen provecho. Son
muy tranquilos. Ni los ves, ni los escuchas, pero quieren hacer las cosas bien.
Ahora están en todos los viajes del equipo y eso es parte del proceso. Ojalá
que nos representen bien".
"Son
muchachos con hambre, que quieren estar allí", se explaya. "La mezcla de juventud y
experiencia es perfecta. Si las pones juntas, hay muchas posibilidades de tener
éxito. El equipo ha cambiado mucho, es verdad. Pero lo más importante es que se
ha fortalecido desde abajo, desde las ligas menores. Eso es lo que va a ayudar
a que este equipo tenga éxito. Cuando alguien con experiencia se lesione podrá
ser remplazado por un joven que viene bajo el mismo sistema. Eso no lo había
aquí antes. Cuando un pelotero se lesionaba
no había forma de sustituirlo y la cosa se complicaba. ¿Qué va a pasar
ahora? Eso no lo sé, pero lo importante es que se aprenda al máximo. Algunos
peloteros ya van mostrando esa experiencia, uno la va viendo. Esperemos que
este año eso haga diferencia".
El
ambiente, claro está, es diferente en relación a cuando los astros iluminaban
el clubhouse. "Anteriormente todo el mundo compartía y estaba todo
bien", apostilla. "Hoy en día estamos en un rol como de mentores,
enseñando, pero al mismo tiempo es bueno cuando ves a jóvenes preguntando
porque de verdad quieren saber cómo son las cosas y mejorar. Es interesante y
estoy súper contento con eso. Aquí somos un equipo y todo el tiempo uno aprende
algo. No lo asumo como una responsabilidad. Somos compañeros, estamos en esto
juntos y lo queremos hacer de la mejor manera. Uno quiere compartir lo que uno
sabe porque el éxito de ellos es el éxito de uno y el éxito de uno es el éxito
de ellos".
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