Carlos
Valmore Rodríguez
Minneapolis
El
Más Valioso apareció de inmediato ante nuestra vista. Ahí, justo en la entrada
del clubhouse de visitantes del Target Field, asoman las puntas de sus tres
coronas. Ensimismado, revisa su celular, con detenimiento. Luego abre su
tablet. De inmediato procede a escuchar música con sus audífonos. Sin prisas,
sin agites. El tiempo se detiene. "¿Qué
es eso, reggae?", le pregunta su compañero Ramón Santiago. Él asiente.
Así
quemaba los minutos Miguel Cabrera antes
de su primer partido de 2013, año uno de
su sus tres tronos. Ahí va, otra vez, en procura de más, aunque ya amasa
números de Salón de la Fama. "Este es un día especial para todos nosotros",
musita el campeón bate, jonronero e impulsor de la Liga Americana en 2012. "Le
doy gracias a Dios por esta nueva oportunidad, que trataré de aprovechar al
máximo".
Aunque
no lo parezca, Cabrera dijo sentirse emocionado por este nuevo comienzo. "Arranca
una nueva temporada y todos queremos dar nuestro primer hit y ganar nuestro
primer juego", comentó el antesalista de los Tigres de Detroit casi en un
susurro. "Queremos hacerlo bien y bueno, hay que controlar las emociones,
porque hay muchas energías, muchas emociones juntas, valga la redundancia, y
hay que concentrarse en hacer el trabajo, no tratar de hacer más de lo que uno
puede. La meta de nosotros es ganar y esperamos que todas las cosas nos salgan
bien este año. Que mantengamos un buen ritmo ofensivo y defensivo para ayudar
al equipo".
El
plan, naturalmente, es la Serie Mundial, a la que los Tigres llegaron el año
pasado, aunque luego los barrieran los Gigantes de San Francisco. "Esperemos
que sí", manifestó. "Debemos
preocuparnos por jugar nuestro juego a diario. No debemos preocuparnos por lo
que pasó el año pasado. Debemos ir juego a juego a ver qué pasa a final de
temporada. Mientras estemos todos sanos estaremos bien. Esperemos que cada
quien pueda hacer su trabajo, que es lo más importante. La gerencia es la que
puede responder si estamos listos o nos falta algo, o si van a botar a
alguien".
Afuera, está bajo cero. Después de cinco
abriles con los Tigres de Detroit, ya adaptó la piel a tanto frío. "El
cuerpo se acostumbra", mencionó. "Todas estas ciudades de la división
(Central) son frías, incluyendo a Detroit. Creo que son las más frías que hay
ahorita en la pelota. A medida que pasan los años uno se concentra y trata de no prestarle mucha atención a eso,
sino a salir al terreno a jugar pelota. Uno viene para acá a sacarle la mayor
cantidad de juegos a Minnesota".
"Vamos
a ver esta primera semana", continuó. "Lo más importante es que me
siento bien físicamente. Espero que empiecen a salir las cosas bien, que
tengamos buenos juegos esta primera semana". De todos modos, prefiere quedarse bateando en
el "cage" intramuros que dispusieron los Mellizos para sus huéspedes.
Luego vuelve al clubhouse y le gasta bromas a los periodistas estadounidenses.
"Permiso, permiso", dice con voz imperativa al ver que todos los
reporteros rodean a Torii Hunter. Luego se queda allí, mezclado entre los comunicadores,
como si también le estuviera tomando declaraciones al veterano jardinero. Le
comenta a un fablistán sobre el jonrón que acaba de pegar Bryce Harper. Y
luego, a su celular otra vez.
Cabrera
no solo usa la tecnología como pasatiempo. Para él, es una valiosa herramienta
de trabajo. Su superioridad está hecha de genes, músculos e información. "La
tecnología está presente y debes sacar ventaja con ella a través de la
información que le pueden dar a uno. Eso nos ayuda a ganar. Es muy importante",
sostuvo el maracayero. "Ahora se juega una pelota diferente. Hay más
información. Mientras que puedas saber un poquito más de los rivales, mucho
mejor". Detalles como estos cimentan su estrellato. "Es el mejor
bateador del beisbol. Para mí y para muchas personas", lo ensalza el
relevista venezolano Brayan Villarreal. "Yo lo veo muy concentrado, muy
enseriado, porque esa es su manera de jugar".
Y
en efecto, cuando el coach Rafael Belliard le trae una carpeta con gráficos,
Cabrera los revisa con minuciosidad. Página por página, dibujo por dibujo. Es
el talento echándose una mano. "Esos son los coaches que nos dicen cómo
nos vamos a posicionar", explicó. "Dónde le vamos a jugar a cada
bateador, dependiendo también del pitcher que está lanzando por nosotros. Ahí
nosotros nos ubicamos y hacemos el ajuste que tengamos que hacer en el
terreno". Omar Infante lo ha visto
crecer mucho con el guante. "Siempre va a batear .300, siempre va a batear
sus jonrones a pesar del estadio grande en el que jugamos. Todos lo admiramos
cuando va a batear, pero además lo he visto jugar muy buena tercera base".
"Él entiende que antes de batear,
tienes que sacar tres outs", indicó Belliard. "Siempre que comenzamos
una serie loes decimos cómo batean los peloteros del otro equipo para que ellos
se ubiquen en el campo".
Al
parecer no le ha gustado que estuviéramos viendo los gráficos que Belliard le
dio. Sintió que estábamos fisgoneando. "Estabas de salío viendo ¿no? Uno
tiene que respetar el trabajo de cada quien", rezongó. "Ese es el
trabajo de nosotros. Bueno nada, es como si yo me metiera a ver lo que escribes
tú. Yo respeto tu trabajo, tienes que respetar el mío". Clava una mirada
de desaprobación que viene seguida de una sonora carcajada. "jajajajajajajja.
No era en serio, vale, estaba echando broma", cambia radicalmente la
tónica. Ellos (los compañeros) me dijeron que lo hiciera. Mira (le dice a
Brayan Peña): él pensaba que yo estaba molesto en serio. Lo que pasa es que
ellos no me conocen". Con una palmada en la espalda, se retira. El juego
está por empezar y hay toda una temporada por hacer. Cuidado, inmortal trabajando.
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