Carlos Valmore Rodríguez
Asdrúbal Cabrera es un “caballo” que tiene caballos. Es “caballo” en el argot del beisbol por ser pelotero de raza, purasangre” de este deporte, líder de terreno, líder de vestuario. Y
tiene caballos porque le gustan, porque son su escape, son su oasis. A lomo de
un equino, el campocorto se desintoxica de un trabajo extenuante y
tensionante. Por eso es el caballo
de los caballos.
En “caballo” se ha
venido convirtiendo durante los últimos años, por desempeño, por actitud. Una
cosa lleva a la otra, una cosa explica a la otra. El éxito seduce y Cabrera ha
sido un triunfador. Es shortstop titular en Grandes Ligas, pero no uno
cualquiera, sino uno que lleva dos Juegos de Estrellas y un Bate de Plata. Es
fácil seguir a alguien así. “Batea hacia todos los lados. Fue al Juego de
Estrellas No sé qué más necesita”,
resume su compañero en los Indios de Cleveland, Nick Swisher. “Es buen jugador,
realmente bueno. Es estupendo tener a un jugador como él. No creo que necesite mejorar muchas
cosas. Es un líder. ¿Por qué lo es?
Por todo lo que ha hecho durante su carrera y porque ha estado aquí siempre. Es
alguien que merece reconocimiento por lo que ha hecho año tras año, y tienes
que respetar a alguien que hace eso. Estamos felices de tenerlo”.
Pero Cabrera no es un líder solo por lo que batea o fildea.
La calidad y el talento son condiciones necesarias, más no
suficientes para ejercer liderazgo. Hay estrellas sin arrastre. Cabrera rinde a la vez que empuja
con su personalidad. No es un líder vocal, él mueve con el ejemplo. Como cuando jugó con el Caracas a
pesar de estar lesionado. Como cuando se acerca a sus compañeros a animarlos “Es
una pieza muy clave. Cuando voy a pitchear me comunico con él. Siempre estamos
hablando sobre lo que va a pasar”, contó Carlos Carrasco, lanzador de la
tribu. “Lo que él demuestra es ese
entusiasmo de ayudar, esa alegría de jugar y de hacer las cosas que él sabe
hacer”. Mientras compartió con él
durante el spring training, Ezequiel Carrera se llevó la misma impresión. “Me
ha ayudado bastante, a pesar de jugar en una posición distinta a la mía”,
destacó el jardinero sucrense.
Y es líder por su comportamiento. “Lo veo enfocado en su
trabajo”, contaron casi a coro Carrera y el infielder larense Luis
Hernández. “Trabajó duro durante
el invierno y llegó en mejor forma que el año pasado. Por eso vino con más
confianza”, agregó el receptor dominicano Carlos Santana.
Es un rol que Cabrera asume con gusto. “Es un orgullo que
otros te sigan. Eso lo da el tiempo”, explicó el torpedero nacido en Puerto La
Cruz. “Yo salgo todos los días a
dar lo mejor de mí, respetar el juego y ejecutar como se tiene que hacer, para
que quienes me sigan hagan lo mismo en el futuro. Me siento contento por la
oportunidad que me han dado los managers de ser líder. Quiero aprovechar esa
oportunidad para convertirme en ese líder”.
Manny Acta se dio cuenta de las dotes de liderazgo de
Cabrera cuando manejó a los Indios de Cleveland entre 2010 y 2012. Y le pidió
que asumiera ese papel. Fue bastante enfático en eso. A su llegada, en 2013,
Terry Francona mantuvo la línea. “El
primer día que llegó aquí, Francona me dijo que él sabía el tipo de pelotero
que era yo”, relató el portocruzano de 27 años de edad. “Que contaba conmigo y
con el liderazgo que he venido teniendo todos estos años. Que tengo su apoyo
para seguir con ese liderazgo y ayudar a todos los muchachos que están
aquí. Siempre he creído en el
equipo, aunque este es un grupo con peloteros jóvenes y es difícil competir
así, pero ahora hemos agarrado más peloteros con experiencia y pienso que eso
era lo que le faltaba a este equipo para así dar más pelea y mejorar con
respecto al año pasado”.
Como buen caudillo, Cabrera es un hombre de a caballo. Desde
niño le gustaron esos nobles animales. Y ahora, cuando tiene el dinero para
comprarlos, se refugia en ellos para olvidar el estrés de la temporada. “He
agarrado un hobby con los caballos y le dedico un poquito de tiempo a eso”,
compartió con Meridiano. “Siempre
me han gustado y ahora tengo la oportunidad. Los tengo en Miami, en fincas de
amigos, y en mi tiempo libre, antes de empezar a jugar en Venezuela, estoy con
los caballitos. Los monto y con eso me despejo de la pelota. Tengo varios y los
nombres me los reservo. No es que es un vicio, solo que me llaman la
atención”.
El jinete Cabrera tiene su heredero. “El hijo mío es un
loco, le gustan los caballos más que a mí”, dijo sobre su pequeño, que está por
cumplir seis años de edad. “Lo
hago también por él, para que se divierta. Así nos divertimos, nos relajamos y
nos olvidamos del beisbol. Lo monto con su casquito de coleo que le tengo para
que esté protegido. No lo monto en todos los caballos, sino en los mansitos
para que se monte tranquilo”.
De vuelta al trabajo, Cabrera está determinado a seguir
mejorando, a seguir siendo esa figura a la que otros siguen. De él se ha dicho
que su guante puede volverse dorado y él mismo lo tiene entre sus objetivos.
“Esa es una de las metas que los shortstops nos ponemos”, manifestó. “Si más adelante Dios me tiene eso
guardado, estaré muy agradecido. No estará de más. ¿Por qué no? pero no es lo primordial.
Sería para mí una satisfacción y un orgullo, algo bastante bonito”.
Pero para eso debe bajar la cantidad de errores. El año
pasado cometió 19, muchos para un Guante de Oro. Luis Hernández, un fino
infielder, cree que la confianza en sí mismo, que lo lleva a ser un torpedero
de excepción, lo lleva también a errar. A su juicio, los pecados disminuirán en
la medida en la que afine los tiros a la inicial. “Es uno de los mejores
campocortos y justo por esa confianza extra que él se tiene vienen los
errores”, señaló el larense. “Pero
ahora tiene más confianza en sus disparos a primera”, señaló el larense.
“No pienso en los errores, porque el que no comete errores
es porque no juega”, comentó Cabrera.
“Yo juego todos los días y los errores van a estar. Uno trata de
equivocarse lo menos posible porque así ayudo más a mi equipo. Y eso es lo
primordial. El caraquista confía en que Swisher le echará una buena mano con el mascotín, a pesar de
no ser muy bendito a la defensiva.
“Con todos los primera base me he sentido bastante cómodo y confiado”, dijo.
“No me gusta pensar en el lado negativo. Pienso en lo positivo, en que tengo un
primera base bueno”.
Cabrera según Baerga
Asdrúbal Cabrera tiene más de una similitud con el ex
grandeliga boricua Carlos Baerga. Como el venezolano, Baerga era un infielder
con potencia ofensiva, ambidiestro y con capacidad de dar jonrones. En el
spring training, Baerga estuvo con el equipo grande de los Indios y pudo ver al
venezolano de cerca. “Salió de ser
un utility a convertirse en una estrella del campocorto”, dijo el
puertorriqueño sobre el portocruzano. “Todo el mundo lo conocía inicialmente
por su defensa, pero luego se hizo un bateador completo, uno de los mejores
jugadores de las Grandes Ligas. No debe poner cosas negativas en su mente. Tiene
un swing perfecto, no se poncha mucho, hace bastante contacto y para batear
.300 y empujar carreras debes hacer contacto. Debe aprender a usar todo el
campo. El puede dar 30 jonrones, más en un parque como el nuestro y con el
antecedente de haber estado cerca de esa cantidad”.
A gusto en Cleveland
Hace algunos meses, sonó con fuerza la posibilidad de que
Asdrúbal Cabrera cambiara de camisa. Se habló mucho de que Arizona lo quería.
Al principio eso lo alteró un poco y ahora asegura que no piensa en eso. “Ya eso no está en mi cabeza. Mi meta
es quedarme aquí”, afirmó. “El gerente habló conmigo y me puso los puntos
claros y me comentó que me sacara
eso de la cabeza porque al principio, en noviembre, diciembre, cuando estaba en
Venezuela y comenzaron los rumores, sí me afectó un poco. Estaba pendiente de
si me cambiaban o no. Recibí una llamada del propio gerente en la que decía que
quería hablar conmigo y que me olvidara de los rumores. Eso es lo que hecho”.
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