13 años tarde
Carlos Valmore Rodríguez
La cadena de esta noche debió ocurrir en mayo de 1999, jamás
en junio de 2012. La misión a Toda Vida Venezuela llega 13 años y
miles de muertos tarde.
Luego de casi tres lustros en el poder, el Presidente de la
República hace un diagnóstico (¿??) sobre el problema de la inseguridad en
Venezuela. ¿Diagnóstico? ¿Ahora?
¿Terminando su segundo sexenio? Y
lo peor de todo es que, por hallarse poco convencido de la magnitud de la
tragedia, lo hizo como a regañadientes. “En América Latina, Venezuela es el
país donde hay una mayor diferencia entre los índices reales de inseguridad y
la percepción sobre el problema”, le dijo a la Nación. Moraleja: el problema no es tan grande,
solo que los medios lo magnifican. Y para que dejen la ladilla, ahí va la
Misión Toda Vida Venezuela.
Esta administración ha escurrido el bulto ante la hiedra de
mil cabezas que es la delincuencia
desatada. Chávez, que habla de todo, hasta de la vida en Marte, nunca quiso tomar ese toro por los cuernos,
ni siquiera retóricamente. Sobre
la inseguridad, mutis por el foro. Algo que jamás entenderé. La lucha contra
los malandros no solo es necesaria, también es popular. Los pobres de nuestro país están en la
línea de fuego, en la primera línea, de hecho. Ellos ponen la mayoría de los
muertos en esta especie de guerra civil soterrada, de baja intensidad, que hay
aquí desde hace varios años (el problema no comenzó con Chávez, valga la
acotación. Vayan a la hemeroteca y lo comprobarán). Hasta demagogia se puede hacer con la cuestión. El
Presidente sería incluso más popular de lo que ya es si apareciera un día y le
dijera a los hampones: “señores, ahora se las verán con Chávez”. Si tronara contra ellos con el mismo
volumen y virulencia que usa para descalificar a sus oponentes subiría puntos
en las encuestas. Pero no, les
ofrece computadoras, como lo hizo hace ya algún tiempo.
El drama de Chávez es que está entrampado en prejuicios
ideológicos totalmente desenfocados. Él parece creer que combatir a los
antisociales es de derecha, que es
el esquema del puntofijismo, del dispare primero y averigüe después de Rómulo
Betancourt. No, Presidente, nadie en su sano juicio está pidiendo escuadrones
de la muerte, ni las aborrecibles e inútiles “razzias” que hacía la policía en
los cinturones de miseria de las ciudades grandes (por cierto, a Didalco Bolívar, a quien Chávez readmitió en
su seno cual hijo pródigo, lo acusan de haber alcahuetado centenares de
ejecuciones efectuadas por la policía de Aragua). De más está decir que esas
ejecuciones son extrajudiciales, porque todas lo son en Venezuela por mandato
expreso de la Constitución Bolivariana.
Los organismos de seguridad tienen que encarar a los
delincuentes. No olvide, Presidente, que el Estado tiene el monopolio del uso
legítimo de la fuerza. Reprimir, por cierto, no incluye ejecuciones, ni
torturas, ni redadas abusivas. Reprimir, en democracia, es detectar, perseguir
y encarcelar a los delincuentes. Y si alguno de ellos hace armas contra los
funcionarios, o pone en peligro la vida de otro ciudadano, pues no queda más
remedio que el empleo de la fuerza letal. Eso no es de izquierda, ni de derecha, es solo el ejercicio
de la autoridad. Ud, Presidente, lo explicó con meridiana claridad esta
noche: “Un gobierno tiene que ser
muy firme, respetando los derechos humanos”. Ni más ni menos. El jefe del Estado suele amenazar con
mandarle los tanques a quien se alebreste (lo recordó hoy). Eso sí que es uso
desproporcionado de la fuerza.
Chávez ha buscado aprobar, “fast track”, leyes que requiere
para su proyecto político. Pero la Policía Nacional, mandato constitucional
desde 1999, vio la luz en 2008, tras casi una década en mora. A la Comisión Nacional para la Reforma
Policial, Conarepol (loable esfuerzo impulsado por este Gobierno) no le pararon
ni un microcurie. El Dibise (Dispositivo Bicentenario de Seguridad) aparece
como una medida espasmódica. Uno lo ve desplegado parando carros en alcabalas
móviles mientras suena el plomo parejo en los sectores populares. Le sugiero
algo, señor Presidente, para que le sirva de estímulo: imagine que los
malandros son escuálidos. Verá que
se inspira y le pone al turno.
Excelente articulo Carlos Valmore, firmo cada uno de tus comentarios.
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