Carlos
Valmore Rodríguez
A
partir de octubre, y hasta diciembre, la
LVBP perderá su valioso tiempo en una ronda eliminatoria que no eliminará a nadie, o a casi nadie. ¿Eliminatoria
cómo, si avanza 75 por ciento de los clubes
que comenzaron? ¿Vale la pena gastar casi tres meses en sacar a dos de los ocho
competidores? Cuando la Liga debía apuntar hacia un playoff más exclusivo, con
menos equipos y más calidad, lo que hace es dar puerta franca.
¿Qué
señorío, qué estatura puede tener una postemporada sin filtro, vuelta prácticamente un ventetú? Que
trascendieran cinco de ocho a los playoffs ya era cuestionable. Seis de ocho es
una total desmesura. Entren que
caben cien. Si esta era la alternativa, resultaba
preferible quedarse con el viejo formato, con todos sus defectos ¿Para eso desmontaron
un modelo exitoso como el round robin? ¿Dónde
está la resistencia al cambio cuando más se le necesita?
La
exigencia baja al mínimo con este sistema, donde todos siguen. Ahora un plantel
con cinco o seis juegos por debajo de quinientos, y que además perdió su
primera semifinal, puede ser campeón. ¿Sirve de algo ser el mejor en la etapa
clasificatoria? La LVBP le compra a la
Liga Profesional de Baloncesto su peor producto: esa contradicción ontológica,
ese oxímoron llamado “mejor perdedor”. O sea, que pierdes, pero no pierdes.
Continúas. Se premia la ley del mínimo esfuerzo. Bueno, es que así está el
país.
Se
busca repartir entre más bocas el suculento pastel de enero. Pero recuerden una
máxima de las fiestas infantiles: a más invitados, menos torta por cabeza. Todo
el mundo entiende que el beisbol es un negocio, pero en los negocios unos ganan
y otros pierden, y se supone que los que pierden hoy trabajarán para vencer
mañana Y así ha funcionado. Hubiera sido
ideal una temporada regular de 70 encuentros por equipo, al término de la cual
los cuatro con mejor récord avanzaran y jugaran semifinales de eliminación
directa y luego la final. Eso garantizaba justicia deportiva, espectáculo y
plata. Ahora tendremos una postemporada tumultuaria, de pocos méritos, de menos
brillo. Antes había fanáticos que se guardaban para el playoff, “porque ahí se pone buena la pelota” Ahora, entre las limitaciones y este esquema,
enero se parecerá más a octubre.
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